domingo, 29 de enero de 2012

Imposible

Laura lloraba amargamente, vertiendo todo su dolor en las lágrimas, que resbalaban por sus mejillas y salpicaban la lápida que había a sus pies. Por un segundo, sus dedos recorrieron la inscripción.

DANIEL LUJÁN
20 de Septiembre de 1993- 14 de Mayo de 2009
D.E.P

Al leer la inscripción le vino a la mente la imagen del chico tal como era cuando ella lo conoció: alegre, vivo, lleno de energía y curiosidad. Recordó aquellos detalles de los que se había enamorado. Su pelo, siempre despeinado; su sonrisa, que no desaparecía ni en los peores momentos; aquella inteligencia, viva y sarcástica, con la que tan a menudo había sido capaz de ayudarla…
Todos esos pequeños detalles volvían ahora a ella, en ese momento tan duro, torturándola con la certeza de que su sufrimiento aún no había acabado. De que todavía le quedaba trabajo por hacer.
-¿Por qué?- gritó a la lápida- ¿Por qué no pudiste quedarte con los otros, a salvo en el sótano? ¿Por qué tuviste que seguirme hasta aquel antro repugnante? ¿Por qué te sacrificaste para que yo viviera? ¡Debiste dejarme morir! Lo habría preferido a tener que estar aquí ahora, vigilando tu tumba.
Entonces fue cuando notó su presencia detrás de ella. Surgió de entre los árboles en silencio, con la precisión de un depredador. A ella le sorprendió no haber reparado antes en su presencia, no había muchas cosas que escapasen a sus sentidos. Se maldijo a sí misma por haber dejado que el dolor la cegara hasta tal punto.
- Así que al final has venido- dijo sin volverse. Su voz sonó fría e indiferente-. Esperaba que no lo hicieras, por eso he venido tan tarde. Ojala te hubieras marchado.
La voz de él le llegó desde su espalda, tan calmada como la suya propia.
- Sabes que no podía hacerlo- contestó-. Tenía que volver a verte.
Ella se levantó despacio, midiendo cada uno de sus movimientos y se encaró hacia él. Por un segundo contempló aquel rostro tan familiar, vivo de nuevo aunque sólo unas horas antes había estado tendido en su ataúd, tan inerte y sin vida como la losa de mármol que coronaba su tumba.
- Sabes que no puede ser. Tú y yo…- la voz le falló por un momento cuando su garganta se ahogó en sus propias lágrimas, pero se rehízo enseguida-.Nunca podrá ser, y menos ahora.
-No te creo- dijo él, con aquella seguridad que tanto había encandilado a Laura cuando estaba vivo-. Podemos hacer lo que queramos. Tenemos poder para elegir. Ven conmigo, y juntos recorreremos el mundo. Iremos donde nadie ha estado antes. Nadie nos dará órdenes, nunca más. Seremos libres.
-No- fue todo lo que respondió ella, una sólo palabra que significaba el fin de su mundo, tal y como había sido hasta entonces-. No puede ser. Sencillamente, es imposible. Nosotros nunca estaremos juntos.
Él la miró un segundo, sin comprender.
-¿Cómo puedes decir eso? Después de todo lo que hemos pasado, ¿Vas a tirarlo todo por la borda sólo por unas tontas normas?
-No- la voz de Laura temblaba ligeramente, mientras trataba de contener las lágrimas que un momento antes había derramado sin tapujos-. No es por unas normas, es por ti. ¿Cómo crees que me sentiría al verte matar a gente inocente todos las noches? Tú me conoces bien, ¿de verdad crees que podría resistirlo?
- Aprenderías a disfrutar con ello. La caza es algo maravilloso: perseguir a tu presa, oler su miedo mientras huye, saltar sobre ella y acabar con su vida. Te aseguro que no hay nada igual.
Laura se estremeció ante las palabras de Daniel, ya que sabía lo que significaban: el joven ya había matado. Probablemente, no hacía mucho.
-Así que ya lo has hecho- le reprochó-. Te has alimentado.
-¿Y por qué no?- respondió él, con arrogancia-. La Sed es poderosa cuando despiertas por primera vez. Además, sólo era un pobre vagabundo. A nadie le importará. Y cuando seas como yo, a ti tampoco te importará.
“Cuando seas como yo…” Laura no podía creerlo. ¡No solo pretendía que se fuera con él, sino que además iba a convertirla! Aquello la enfureció por un momento, pero se recuperó enseguida del golpe. No podía volver a distraerse.
- Sigues sin verlo- dijo-. Por eso mismo no podemos estar juntos. El Dani que yo conocía respetaba la vida. No era un monstruo sediento de sangre. Era una buena persona. Eras una buena persona.
-¡Era débil! Débil y patético- contestó él con desdén.
- ¡Te equivocas! - rugió ella, indignada por aquel insulto a la persona que había amado-. Eras la mejor persona que he conocido. Te sacrificaste por mí. Saltaste sobre aquel vampiro para salvarme la vida, aún sabiendo que era peligroso. El ser que eres ahora jamás haría algo tan desinteresado.
- Tienes razón, no lo haría- Laura pudo notar en su voz que estaba empezando a enfadarse-. Es una estupidez dar tu vida por otro.
La joven no podía creer lo que estaba oyendo y mucho menos viniendo de alguien que había dado su existencia por ella. “Ya no es Dani- pensó-. Algo ha tomado su lugar y me mira desde sus ojos. Algo maligno.”
-Por eso no puedo irme contigo. Ya no eres el chico que quería. Eres un monstruo, un vampiro. Y yo una Cazadora. No puede ser, ni será jamás.
La expresión de él cambió al oír esto, se volvió dura y peligrosa.
-Piénsatelo bien- dijo con una voz cargada de amenaza-. Te estoy ofreciendo el mundo. Quiero que vengas conmigo, pero no puedo tenerte como enemiga, es demasiado peligroso. Así que si no vienes conmigo por tu propia voluntad, tendré que matarte ¿Quién sabe? A lo mejor hasta te convierto, para que ya no tengas más opción que acompañarme.
Laura se sonrió, pero su sonrisa estaba cargada de tristeza.
- ¿Podrías hacerlo? Después de haberte sacrificado por mí, ¿me matarías?
-Desde luego- fue la respuesta del vampiro.
La joven Cazadora se llevó una mano al cuello y retiró el pañuelo que cubría su garganta para protegerla del frío nocturno. Su cuello quedó expuesto ante la criatura, frágil y vulnerable en su desnudez.
- Entonces, hazlo- le retó ella-. Mátame si puedes. Pero si queda algo de la persona que fuiste, sé que no podrás.
El vampiro se acercó a ella, sus labios se curvaron en una sonrisa maléfica y cruel. Dejó que el demonio saliera a flote y su cara se convirtió en un rostro de pesadilla, en una grotesca máscara de odio.
“Esto lo hará más fácil” - pensó Laura, mientras el engendro avanzaba hacia ella con deliberada lentitud, disfrutando su momento de victoria, con la presa indefensa ante él-. “No hubiera podido hacerlo mirándole a sus antiguos ojos” Sus nuevos ojos estaban teñidos de maldad y no le inspiraban ninguna compasión. Bajó la mano derecha y notó un familiar peso en ella.
Cerró los ojos cuando el ser que había ocupado el cuerpo de su amigo posó una mano similar a una garra sobre su garganta expuesta. Ella puso su mano izquierda sobre la de él y cuando el monstruo abrió la boca para hincar sus afilados colmillos en su piel, ella rodeó su espalda con su brazo derecho, en un último abrazo.
Los ojos del vampiro reflejaron su sorpresa cuando notó el pinchazo de la estaca atravesando su corazón.
- ¡No! ¿Cómo has podido…?- dijo.
Y estalló en una nube de polvo, que se desparramó por el suelo, justo en el lugar donde la tierra recién removida marcaba la posición de su ataúd.
- Lo siento- murmuró la Cazadora mientras se enjuagaba las lágrimas que, ahora sí, brotaban sin trabas de sus ojos-. Supongo que no estábamos destinados a estar juntos.
Se quedó allí de pié, en aquel deprimente cementerio, llorando por el amigo que había perdido dos veces hasta quedarse sin lágrimas.

FIN.

No hay comentarios:

Publicar un comentario